Un ready made imprevisto
Date : 22 julio, 2008
El pasado miércoles una estantería repleta de material de pintura se desplomó, rompiendo el espacio por completo y casi cortando el aire con el sonido agudo y estrepitoso de cientos de cacharros golpeándose.
Algo extraño ocurrió durante aquellos dos o tres segundos; después yo y mi estudio nos convertimos en un papel en blanco porque nada parecía casual. Aquel montón de objetos arrojados contra el suelo no eran un inconveniente sino un rastro a seguir.
Algunas de las piezas en las que estoy metido estos últimos meses muestran grandes aglomeraciones de objetos. Montones de libros, cajas, comida y plantas, acumuladas a veces en espacios delicados. En el espacio donde trabajo siempre ha existido una fuerte necesidad de orden, constantemente quebrada por un profundo desagrado hacia la misma. Y debe ser así para mantener las correas tensas, los músculos tirantes. Pero nunca pensé en mi estudio como un ser vivo que adopta todos los días mis proyectos o deseos no siempre alcanzados, ni por supuesto que pudiera delatar algunos excesos.
El otro día mi estudio cogió su propio grafito y trazó un dibujo salvaje. Un ready made inesperado que decidió no sólo el curso del día, sino el de algunas obras que pedían desde hace tiempo un atropello.